Baba’ Sex Gate en la Argentina:

Crónica de una investigación

 

A lo largo de 2001 realicé un extenso trabajo dedicado a las acusaciones de abuso sexual contra Sai Baba que se tradujeron en dos informes difundidos por el programa Zona de Investigación (Azul TV) los días 5 y 12 agosto, bajo el título ¿Un dios pecador?, y un artículo publicado en la edición de febrero de 2002 en la revista colombiana Gatopardo (www.gatopardo.com). Este último artículo es una crónica donde doy a conocer los pormenores inéditos de la realización de aquel programa para la televisión argentina.

 

Es difícil calibrar las repercusiones de los programas emitidos en Azul TV. Sí puedo hacer un intento por reflejar la impresión general que percibí a partir de mi interacción con los principales actores de esta complicada historia.

 

·        Perplejidad, sentimiento de pena hacia los devotos y rechazo hacia el “avatar” por parte del público en general, que en su mayoría poseía poca información sobre Sri Sathya Sai Baba, su Organización y las actividades que ésta realiza. Días posteriores, el noticiero de Azul TV continuó emitiendo las declaraciones de los ex devotos entrevistados (especialmente los testimonios del norteamericano-iraní Said Korramshahgol y del sueco Conny Larsson), como así de otros programas de interés general. Diferentes medios bromearon a propósito de las costumbres sexuales de Sai Baba y algunos diarios de gran tirada (como Clarín y La Nación) y la revista Noticias se hicieron eco de las acusaciones. Más tarde, en diciembre, bajo el título “Sex Baba”, la revista Página/30 publicó la traducción del informe de Mick Brown incluido en el inglés The Telegraph el 28 de octubre de 2000.

 

·        Euforia y sentimiento de victoria entre los ex devotos, quienes (sobre todo) celebraron la difusión de testimonios acusatorios de Larsson, Said y Sharon Purcell, como así del desenmascaramiento del fraude de las desmaterializaciones a cargo del ilusionista Enrique Márquez y el descubrimiento del truco del vibuthi en material fílmico cedido por la Organización Sai de la Argentina. También causaron impacto el relato de miembros fundadores de la Organización Sai en la Argentina. Mónica Socolowicz, por ejemplo, admitió que Sai Baba untaba aceite en los genitales de varones jóvenes, aunque interpretó que estos manoseos son parte de un “trabajo energético”.

 

·        Confusión, sarcasmo y ratificación de la fe entre los devotos, quienes parecieron recibir la impresión de que estos programas fueron parte de una conjura destinada a “destruir” la imagen y actividad “humanitaria” de Sai Baba. No tengo conocimiento de devotos que -tras ver alguno de los dos programas- se hayan interesado en la posibilidad de que las acusaciones de fraude y abuso sexual fueran ciertas o de que tales denuncias justificasen un estudio más profundo. La negación de los devotos a ver las evidencias más claras de fraude (tal es el caso del emisión en cámara lenta del truco del vibuthi en el video provisto por la Organización Sai), que provocó la acusación de “manipulación” de las imágenes por parte de algunos devotos, me llevó a escribir una Carta abierta (publicada en su momento en este sitio), ya que me une a muchos de devotos una simpatía sincera y no podía menos que rechazar enérgicamente que pusieran en duda mi honestidad profesional.

 

La primera reacción del máximo representante de la Organización Sai en América Latina, el empresario argentino Leonardo Gutter, fue enviar un email colectivo a los devotos. “Todo lo que sucede -escribió- es parte del Plan de Dios, nada se escapa de su órbita, de la misma manera en que la crucifixión de Jesús fue parte del designio Divino, porqué y para qué escapa de nuestra comprensión, pero tenemos que tener  fe y confianza, y saber que en última instancia todo terminará bien. ¿Qué hacer ante los ataques? Primero debemos fortalecer nuestra Fe! Profundizar en nuestros corazones y encontrar las razones por las cuales somos devotos de Bhagavan, ¿cuáles fueron nuestras experiencias personales, cuál fue la guía y ayuda que encontramos en El, cómo hemos cambiando nuestra vida desde que le conocemos? ¿A alguno de ustedes le queda una duda que todo fue para bien?”.

En un email personal, Gutter me dijo que -si bien creía que yo “había actuado sin mala intención”-, fui “instrumento de dolor de muchas personas”. No estaba contento con los resultados del programa y se lamentaba de haber prestado su colaboración. Su principal reproche: que la producción no hubiese viajado a la India para comprobar “in situ” las seriedad de las denuncias.

 

Otra consecuencia visible de la perturbación que causaron las emisiones de Zona... fue la imprevista visita a Buenos Aires, en octubre de 2001, de Michael Goldstein, número uno de la Organización Sai Baba en Occidente. Asistí el 20 de ese mes a una de sus conferencias públicas acompañado por el periodista Alejandro Ravazzola (quien se encargó de tomar imágenes de la charla con su cámara digital). Más de un millar de personas se hacinaba en un salón sin aire acondicionado esperando escuchar la conferencia de Goldstein, quien sólo se refirió a las acusaciones de abuso sexual cuando el periodista Christian Sanz salteó el protocolo de las “preguntas anotadas en papelitos” y lanzó la pregunta a boca de jarro. Goldstein mencionó una declaración a favor de Swami de Sri Athal Bihari Vajpayee, Primer Ministro de la India, quien se manifestó dolorido por “las salvajes y malévolas acusaciones hechas por ciertas personas con intereses creados en contra de Baghaván Sri Sathya Sai Baba, mundialmente reverenciado como una encarnación del amor y al servicio de la humanidad.” La Organización Sai no distribuyó copias de esta declaración a la prensa porque esperaban “recoger firmas de dignatarios de todo el mundo”, entre ellos las del presidente de El Salvador, el de Guatemala y del ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore. Lo cierto es que de aquella carta no se ha vuelto a hablar. En reiteradas ocasiones se consultó sobre el tema a la Embajada de la India en la Argentina y el encargado de prensa, Mr. Rawats, jamás respondió. Durante la conferencia, tanto Ravazzola como quien escribe quedamos estupefactos cuando, a propósito de los atentados del 11 de setiembre, Goldstein dijo que “de manera inexplicable, los devotos que trabajaban en las Torres y en el Pentágono no habían llegado a su trabajo a tiempo ese día”. ¿Esa noche fuimos solamente nosotros (periodistas no devotos) los que rechazamos la mezquindad de un dios que salva a unos (que son devotos) y baja el pulgar a otros (que no son sus devotos)? Lo dudo.

 

Goldstein no quiso, no pudo o consideró imprevisible entrevistarse conmigo. Sólo aceptó mantener una breve charla telefónica. Una de las condiciones que me pidió para darme una entrevista in extenso fue que Zona... “se retractara” del material publicado. Inadmisible: el programa había mostrado dos, tres y hasta cuatro caras de la controversia. Los acusadores tuvieron tanto espacio como los defensores de la santidad de Baba, incluidos Leonardo Gutter, Jorge Hadad y Mónica Socolowicz, estos dos últimos representantes en la Argentina y fundadora de la Organización Sai en la Argentina, respectivamente.

 

Días después, le envié a Goldstein una extensa carta con una serie de preguntas específicas. El 7 de noviembre, Goldstein respondió: “Dear Mr. Agostinelli, I gave my response to your inquiries when I was at the public meeting in Buenos Aires. My best wishes to you. Sincerely, Michael Goldstein”  Insatisfecho, volví a la carga enfatizando que no era verdad que hubiese respondido a mis preguntas. Y en un brevísimo email, contestó que no deseaba extenderse en el tema ya que de Sai Baba “había recibido muchos beneficios, tanto a él como su familia”. Desde entonces, pasaron cuatro meses y considero que tuvo tiempo suficiente para masticar las consecuencias de no responder mi cuestionario. Como nunca respondió, creo que es hora de darlo a conocer. También considero oportuno difundir mi última carta a Goldstein. Carta donde, por una vez, planteo mis propias opiniones sobre la controversia.

 

Para terminar, coincido con Gutter cuando me recriminó que Zona... hubiera hecho un “programa distinto” si hubiese viajado a la India. Distinto, seguro. Pero ¿hubiera inclinado la balanza a favor de la causa de Swami, que es lo que sugería Gutter? Difícilmente: existe una larga tradición de periodistas independientes que viajaron a Puttaparthi y tropezaron con enormes dificultades para realizar libremente su trabajo. Dieron inequívoca cuenta de la conflictiva odisea que vivieron “in situ” el perioidista argentino Martín Caparrós, autor del libro “Dios Mío” (Editorial Planeta, 1994), el periodista Mike Brown del Telegraph y el holandés Piet Vroon, autor de un documental y del revelador artículo Santa Claus en la India, publicado en el diario De Volkskrant el 5 de diciembre de 1992.

 

Viajar al ashram de Baba en la India no supone ninguna garantía de entrevistar al protagonista de la historia (más bien, todo lo contrario). Por lo demás, el programa ¿Un dios pecador? surgió de la necesidad de recoger las denuncias de devotos no indios a los cuales había que entrevistar en los Estados Unidos y Suecia, para lo cual no era necesario viajar a la India. Sólo debimos encargar dos entrevistas en Los Angeles, las de Sharon Purcell y Said Korramshahgol, realizadas por el periodista argentino Diego Carro. En cuanto a Conny Larsson, de su presencia en el programa muchos devotos recitaron la más increíble retahíla de infundios, desde rumores pueriles hasta afirmaciones descabelladas. Que se le había pagado una suma impresionante, que era patrocinado por una temible organización internacional... y hasta ¡que era homosexual! (como si su sexualidad tuviera alguna importancia en el contexto de sus acusaciones!) Lo cierto es que Larsson tuvo la generosidad de viajar desde Suecia a Buenos Aires pagándose los gastos de su bolsillo  y aceptó viajar a la Argentina sin ninguna condición: vino a contar su historia personal y hasta que vio el programa –meses después de emitido- ignoró cuál fue el tratamiento que recibió su testimonio. En cuanto a la confirmación de la seriedad de aquellas denuncias, bastó con entrevistar a devotos locales que acabaron ratificando que ellas tenían sustento. El testimonio más contundente, aparte del que proporcionó sin proponérselo Mónica Socolowicz, es el mencionado en el libro de la devota Graciela Busto en su libro “Sai Baba El Señor” (Errepar, 1993). Busto reproducía allí un diálogo donde un grupo de jóvenes cuenta cómo Swami les tomó el miembro y los testículos. Busto los felicitaba: Baba les había “desbloqueado la energía” para garantizarles una “vida sexual sana y feliz y una masculinidad plena”. En una reedición de 2001, el capítulo donde Busto menciona el caso de los jóvenes confundidos por los manoseos en los genitales de Swami... había desaparecido.

 

La emisión el 30 de enero del programa “Seducido” en la televisión nacional danesa confirma lo dicho hasta el momento: los productores de DR TV viajaron a la India y no sólo Swami se negó por enésima vez a ser entrevistado por un medio independiente: cuando el equipo danés llegó a Puttaparthi, el oficial de prensa de Sai Baba, Mr. Chakravarthi, le espetó al productor de DR TV que “Sai Baba no recibía a ninguna televisión” (“does not welcome any television”, dijo) pese a que ya se habían comprometido a recibirlos. ¿Qué hubiera sucedido si Zona de Investigación aceptaba la “invitación” de Gutter de viajar a la India? Probablemente, más de lo mismo. El resultado, en el caso danés, tampoco fue diferente: las filmaciones de los milagros -suministradas por devotos de su país- volvieron a mostrar los trucos de prestidigitación con que Sai Baba pretende materializar cenizas, joyas baratas o relojes caros de la nada.

 

Cabe anotar que Thorbjorn Meyer, autoridad de la Organización Sai en Dinamarca, hizo enormes -e infructuosos- esfuerzos por impedir la difusión del programa y sólo aceptó intervenir cuando se dio cuenta de que sus intentos por censurar el programa habían sido inútiles. Del mismo modo, Leonardo Gutter, en el programa producido en la Argentina, aceptó participar cuando supo que éste iba a emitirse de todos modos. En la segunda entrega, incluso, fue invitado al cierre, donde tuvo ocasión de defender tanto a Sai Baba como a las actividades de beneficencia que realiza la Organización en todo el mundo.

 

También hubo algún intento de intimidación a posteriori (se amenazó verbalmente al Productor Ejecutivo de Zona de Investigación, Alonso González Calderón, de que la Organización Sai Baba iba a iniciar un juicio por calumnias), pero según declaró Gutter a la revista Noticias pocos días después ¡el propio Baba desalentó que se iniciaran acciones judiciales!

 

Por último, aprovecho estas líneas para felicitar a Øjvind Kyrø y al resto del equipo de DR TV. Que dos trabajos independientes, realizados en extremos opuestos del mundo, arrojasen resultados semejantes dice mucho acerca de quiénes están más cerca de la verdad. De la verdad con minúscula, por supuesto. Y a mucha honra.

 

Alejandro Agostinelli

Buenos Aires, 4 de febrero de 2002