1999 – CUANDO CONOCÍ A SAI BABA

 por  Gabriel Merrún

   

 

                     Yo era uno de los participantes en 1999. Uno de los buscadores que fue a la India a visitar a Sai Baba  en su ashram. En este respecto, leer el libro “Behind the Clown’s Mask” (“Tras la Máscara del Payaso”) de Conny Larsson, fue algo parecido a una regresión al pasado – como un viaje en una  máquina de tiempo.

Yo soy aquel el que describen en el libro como el granujiento de ascendencia árabe.  Una descripción algo extraña porque ni tengo granos en  la cara ni descendencia árabe, en sí soy de origen finlandés (una nota del traductor: el libro original está en sueco y la palabra que se usó es “finne” que en sueco quiere decir finlandés pero también quiere decir granujiento)

 

    Guiado y desencaminado al mismo tiempo.

 

    Después de leer el libro de Conny, me vienen a la mente todas esas cosas que deben de haber pasado alrededor de Sai Baba y de las cuales millones de devotos por el mundo entero no tienen el menor conocimiento. Es verdad que se trataba de la primera vez en la que yo visitaba a Sai Baba, pero fue lo suficiente para darme cuenta hoy en día de lo fácil que es que lo desencaminen a uno las supuestas autoridades espirituales. Así como para cuestionar durante ese proceso los hechos a cambio de creer en ilusiones. Así es como uno decide paso a paso el dejar de oír a su propia intuición y sentido común.

 

Ese periodo de tiempo, después de haber terminado la preparatoria, fue uno de búsqueda espiritual. Yo reconozco bastante de lo que Conny describe en su libro en cuanto a sus reuniones con Sai Baba. Por ejemplo, Conny describe sus reacciones en el principio cuando conoció a Sai Baba: “¡Dios mío, vaya que es femenino!”. A mí también se me ocurrieron cosas como esas cuando vi a Sai Baba por primera vez, aunque fue más como: “¡Dios mío parece un traficante de drogas callejero!”. Esos pensamientos me  llegaron al principio porque pensé que caminaba con ese movimiento de cuerpo especial con el que algunos de ellos caminan. Esto sucedía en especial cuando caminaba por la alfombra roja con su voluminoso peinado. Pero yo siempre eliminaba esos pensamientos, ya que sentía que no era correcto pensar de esa forma de un avatar (Dios encarnado en forma humana).

 

Algo más que me confundió fue cuando Sai Baba me dijo en mi primera entrevista que yo tenía pensamientos tontos de vez en cuando. Como no entendí que era lo que quería decir con eso, me sentí ofendido por esa declaración que continuó siendo enigmática para mí. También encontré extraño que él le hiciera el mismo comentario a todo el grupo de Suecia. El hecho de que este hombre hiciese esa declaración a las únicas personas que uno tenía a su alrededor, se me hizo algo insolente. Las personas esperaban de Sai Baba  que fuese el único que lo sabía todo, que tuviese el conocimiento más profundo, hasta de uno mismo. Y claro que lo tenía, ya que él era un avatar, un dios en forma humana. Así que seguimos creyendo de todos modos ¿Cómo puede tanta gente estar equivocada al mismo tiempo? Desaparecí ese incidente de mi mente con la excusa de que Sai Baba de seguro podía entender mis pensamientos mejor que yo mismo, si era él un avatar, un dios omnisciente.

 

Paradójicamente al yo hacer desaparecer mis pensamientos y mis intuiciones, esto me hacía aún más fácil de engañar. La intuición personal tenía que considerar la aceptación colectiva y el respeto hacia su persona ¡Cómo iba a estar tanta gente equivocada al mismo tiempo!

 

Recuerdo como en ciertas  ocasiones me  salía del ashram a tomar el té con un  vendedor hindú y otro tibetano. Estos vendedores eran hombres de negocios comunes y corrientes con un buen sentido del humor.  Con ellos podía sentirme más como mí mismo, hacer chistes y reírme.

Durante mi estancia en el ashram, yo no recibí un montón de energía, más bien me sentía confuso, sin un sentido de la crítica, y me era difícil tener una visión clara.

 

Aún  entonces me daba cuenta de lo que estaba sucediendo, pero eliminaba mis pensamientos con aún más excusas.  El hecho de que me encontrara fuera de sí lo excusaba pensando que no podía ser debido a Sai Baba. Debido a esto no le ponía atención alguna a mis propios sentimientos en cuanto a la situación en que me encontraba, basándome en que se trataba de algún tipo de proceso por el que  yo tenía que pasar.  Supuestamente Sai Baba  influenciaba  nuestra energía y yo pensaba que mi falta de energía se debía posiblemente a un “proceso energético”. Se decía que Sai Baba  influenciaba nuestra adormecida energía del kundalini.

 

El kundalini es un poder, el cual, según la tradición tántrica de la yoga, se encuentra latente como una especie de gusano en la base de la columna vertebral. Bajo ciertas circunstancias, se supone que éste se active y se eleve a lo largo de la columna desde un espacio junto a los genitales hasta llegar a la cabeza.  Si los centros de energía de una persona están en pobres condiciones y llenos de impureza, el kundalini sufre y hasta causa dolor físico tratando de elevarse. Se supone que el kundalini sea la misma clase de energía que la creadora energía sexual, sólo en una forma más sublime. Muchos yoghis son de la opinión que uno no debe de  influenciar esta energía de  ninguna forma, pero yo creía que esto supuestamente sucedía de una forma natural al estar uno en contacto con un avatar.

 

Compartida entrevista “privada” detrás de “la cortina de la vergüenza”.

 

    En su libro, Conny  nos cuenta lo que sucedió durante lo que yo entendí que había sido su última entrevista privada detrás la “cortina de  la vergüenza”. Para mí fue la primera vez que Baba  me pasó a estar con  él en privado y que afortunadamente, también fue la última. Cuando leí el libro, me di cuenta de que Conny y yo habíamos interpretado la situación de una manera diferente, debido a la intención de Sai Baba de descarriar a Conny.

 

En su libro, Conny describe como él y yo habíamos sido llamados por Baba a pasar detrás de “la cortina de la vergüenza”. Unos momentos antes, yo había recibido un anillo que supuestamente era de oro (que recibí más tarde de lo descrito en el libro; o sea lo recibí un momento antes de que Conny y yo fuéramos pasados detrás de la “cortina de la vergüenza”). Yo me sentí como  un escogido, muy favorecido y agradecido por el hecho de tener algo que había sido “materializado” para mí. Mis expectaciones ahora eran mayores.

 

Lo que sucedió una vez que estaba adentro me confundió, especialmente porque yo no estaba preparado para ello. Cuando entramos en la habitación, detrás de la cortina, Sai Baba, de pronto, me dio la espalda. Al hacerlo terminó parado entre Conny y yo y obstruía la vista entre nosotros. En retrospectiva recuerdo ahora que Conny le preguntó algo como “y qué de los jóvenes”, a lo que Sai Baba dijo algo referente a “mentes cerradas”. Yo no entendí de qué se trataba lo que estaban hablando y la  situación se  había tornado extraña e incomprensible.  Yo me cambié para pararme junto a Conny y Baba, ya que es incómodo estar parado a espaldas de alguien. Recuerdo  de una  forma muy brumada que Sai Baba estaba ocupado haciendo cierto movimiento delante de mí y yo me moví instintivamente para que estuviésemos parados en un círculo, que pensé sería lo más natural. Pero Sai Baba me dio la espalda de nuevo y me señaló que me quedara donde estaba cuando de pronto me agarró el pene, por lo que ya no me podía mover. Conny pensó que Baba me estaba dando un masaje, pero en realidad había  agarrado la punta de mi pene de una forma algo ruda. Esto me dolía y me hacía permanecer parado detrás de Baba. Al mismo tiempo, Sai Baba puso su pie ante Conny para que éste lo besara de una manera tradicional; un tipo acto de bendición. De nuevo interpreté un acto incomprensible con la ayuda de una lógica aún más confusa. Yo me supuse absurdamente que lo que él me había hecho había sido algún tipo avanzado de curación de energía. El pellizco se sintió como uno de esos ganchitos que se usan para tender ropa y me  imaginé que tendría algo que ver con  el kundalini. Pensé que este pellizco podía ser algo como los que se usan cuando se le está pasando corriente de una batería de un automóvil a otra.  Aunque la acción se sintió algo extraña y me tomó de sorpresa, no tuve sospecha alguna de lo que en verdad se trataba ni de cual sería el resultado.

 

Un recuerdo algo cómico de la experiencia fue el ver a Conny cuando atravesaba “la cortina de la vergüenza” de salida, robarse, o tomar, unos cuantos sobrecitos  del famoso vibhuti o ceniza sagrada, como le llaman, que se entiende que Sai Baba había materializado y que supuestamente tenía poderes de curación.    

 

No fue hasta después de haber oído las historias de carácter sexual de  otras personas que me di cuenta que no se trataba solo de pellizcos con las mejores intenciones o con el propósito de sanar.

 

Esa fue la primera y última vez que visité el ashram de Sai Baba. Después de este periodo dejé de ser un buscador espiritual. Mi confianza en las autoridades de esa índole desapareció. Pero de todos modos me siento feliz de haber aprendido lo que aprendí.

 

Después de hablar con el organizador de la asociación de la nueva era, quien me había introducido a Sai Baba, dejé de inmediato de asistir a la misma. El organizador de esta asociación no me dio explicación alguna sobre todos los incidentes y rumores que existen en torno a Sai Baba. Todo lo contrario, no me puso atención alguna cuando le hablé de esos nuevos hechos. Más bien los defendió como si todos hubiésemos exagerado. Me molestó y sorprendió mucho su inaptitud espiritual y de inmediato rompí todos mis contactos con la asociación, la cual posee un punto de vista muy nublado de una forma muy irresponsable que no presta atención a todos esos inocentes que han sido expuestos a la manipulación y explotación de Sai Baba y el sufrimiento por el que tendrán que haber pasado.

 

El libro de Conny Larsson, “Behind the Clown’s Mask” (Tras la Máscara del Payaso”) tiene un mensaje para los buscadores espirituales que se han desencaminado o han perdido algo. Me alegré cuando me enteré de la publicación de este nuevo libro en el que la verdad de Sai Baba es revelada por una persona que sabe lo que está diciendo y que tuvo el valor de liberarse. No puede haber sido nada fácil.

 

¡Bien hecho!