LA
TRÁGICA HISTORIA DE KEITH ORD
Voy a comenzar por el momento cuando Michael, mi amigo
inglés, regresó de la India, después de estar con Sai Baba por unas cuantas
semanas. Apareció en nuestra puerta (yo estaba entonces viviendo con mi madre,
ella conocía a Michael y lo quería mucho, como si fuera uno de sus hijos)el 23
de Noviembre de 1989 – después de que no habíamos sabido nada de él por un par
de meses. No sabíamos donde estaba durante ese tiempo. Él me había escrito sólo
una carta después de haber salido de Puttaparthi, en la que explicaba que todo
iba muy bien, pero que no nos iba a volver a escribir por un tiempo porque
estaba pasando por un momento muy difícil trabajando consigo mismo. Después de
que se calmaron las cosas y la euforia de su regreso comenzó a menguar, me di
cuenta de que Michael se estaba reservando algo. Él me había dicho la mayoría
de las cosas que uno espera oír de las vivencias.....“me fue muy bien en todo,
Baba estuvo estupendo”....que la experiencia lo había cambiado, etcétera. Yo me
di cuenta que en verdad había cambiado mucho. Estaba mucho más tranquilo, muchas
veces perdido en sus pensamientos y había madurado bastante (recuerden que yo
tenía veinticuatro años y el veintitrés), pero según los días fueron pasando y
se convirtieron en una semana, fui observando detalles que me inquietaban. No
se sentía como la misma persona. Antes siempre estaba alegre, se reía mucho y
siempre tenía algún chiste que contar. Ahora, aunque parecía estar muy
concentrado en sus pensamientos, se sentía más como si le estuviera dando
vueltas a algo en su cabeza. Se notaba preocupado y hasta deprimido. Unos días
después comenzó a abrirse un poco más y comenzó a contarme de los sucesos
interiores del ashram y de sus entrevistas privadas con Baba. Una tarde, cuando
ya llevaba unos diez días en casa, estábamos en mi recámara (él se estaba
quedando con mi familia y conmigo hasta que encontrara un lugar a donde
cambiarse), estábamos conversando, tomándonos una taza de té y fumando
cigarrillos, cuando de pronto hizo una sorprendente declaración. Estaba
contándome de sus conversaciones con Sai Baba. Baba le había dicho que él era
una reencarnación del arcángel San Miguel y que le tenía una tarea muy especial
para él. Michael había tenido unas diez o quince entrevistas con Baba. Me dijo
que cada día que asistía al darshan, Baba lo llamaba para una entrevista, pero
que después de un tiempo, él dejó de asistir. Cuando Baba lo escogía en el
darshan, él se negaba a ir. ¡Yo no podía creer lo que estaba oyendo! Y le
pregunté por qué. “¿Te das cuenta” - le dije - “que hay personas que siguen a
Baba por diez años sin ser invitados ni siquiera a una entrevista? Su respuesta
me enmudeció: “Porque todo lo que quería era tener sexo conmigo. Todas las
entrevistas que tuve con él eran iguales. Todo lo que él quiere es sexo”. Un
silencio profundo invadió el cuarto por largo rato. Yo estaba tratando de
digerir lo que acababa de oír, tratando de entender lo que esto querría decir y
me imagino que Michael estaba inmerso de nuevo en sus experiencias con sb.
Tratando como yo de entender “¿qué significaba todo esto?”.
Después de esa conversación ya no se estaba
guardando nada y me comenzó a contar todo lo que había experimentado. Me contó
que la primerísima entrevista privada que tuvo con sb fue un encuentro sexual,
que Baba lo obligó a que le hiciera sexo oral. Al principio no podía comprender
que esto estuviese sucediendo. Le parecía que no era real y lo asustaba, pero
después de la primera entrevista pensó que Baba estaba tratando de demostrarle
algo acerca de sí mismo....pensó que seguramente habría alguna explicación
“divina” detrás de todo eso. Pero después de la cuarta entrevista, se comenzó a
sentir muy abatido y confundido por todo. Cada entrevista no era más que una
repetición de la primera. Se le hizo muy difícil lidiar con la cantidad de
preguntas internas y dudas que le estaban surgiendo constantemente. Baba le
“manifestó” una sortija con una esmeralda en la quinta entrevista y le dio
dinero en la sexta.
Después de la décima entrevista, Michael todavía
estaba asistiendo a darshan, pero cada vez que Baba lo escogía para una
entrevista, se negaba a ir. Ya Michael estaba llegando al borde de la
desesperación y había entrado en un estado de depresión. Después de dos semanas
de asistir en estas condiciones al darshan, una noche trató de quitarse la
vida. Al fallarle el intento, se fue del ashram y nunca más regresó.
Una vez que me había contado todas sus experiencias,
Michael volvió a entrar en una total depresión y ha encerrarse un poco en sí
mismo. Yo no tenía ninguna explicación para darle sobre el comportamiento de
Baba...él sabía más que yo. A mediados
de diciembre logró encontrar una pequeña habitación con cama – sólo por el
tiempo que nos tomaría juntar el dinero para rentar un departamento para los
dos.
Michael pasó la Navidad y el Año Nuevo con nosotros
en casa de mamá y apenas mencionó nada de sb.
El 20 de enero de 1990, la policía vino a la casa a
decirnos que Michael se había suicidado el día 10... y me había dejado una
carta. La carta no decía nada sobre Baba, pero recuerdo que decía que Dios
entendería y que lo perdonaría por lo que estaba a punto de hacer. Todo este
tiempo yo había estado tratando de comunicarme por teléfono pero las personas a
quienes el les rentaba sólo me decían que no estaba. Me sentí totalmente
deprimido, atónito, devastado. Después de sus funerales el 26 de enero, decidí
irme a la India y descubrir por mí mismo lo que en realidad le había sucedido.
Yo quería saber que experiencia había tenido él con Sai Baba. Yo estaba
increíblemente confundido, porque Michael había hecho hincapié en que Baba era
un ser de mucho poder.
Después de dos semanas de vivir en el ashram
(Prasanthi Nilayam), me tocó mi primera entrevista con sb. Fue muy apresurada
pero lo recuerdo casi todo. Me llamó a su privado para una entrevista solo.
Separado de los que estaban allí presentes. Una vez adentro me empujó de
inmediato a una esquina y comenzó a zafarme el cordón de mis pantalones de
piyamas, tomó mi pene en sus manos y comenzó a jugar con él y a frotarme el
escroto, mientras me decía que yo pensaba demasiado en las mujeres y que de
inmediato debería de dejar de hacerlo.
Entonces muy apresuradamente me subió los pantalones de nuevo y me sacó del
cuarto.
La segunda entrevista fue muy parecida. Una
entrevista en grupo con los demás y después me llamó a su privado. Esta vez me
“manifestó” una sortija, de esas que tienen la forma de una con su retrato en
el centro. Entonces volvió a hacer lo mismo, me bajó los pantalones y comenzó a
tocar mi pene y mi escroto y a pegárseme mucho. Comenzó entonces a mover sus
caderas de un lado a otro con su cuerpo muy pegado al mío y me preguntó que si
eso era lo que me gustaba. No recuerdo haberle contestado. De hecho me parece
que no era en sí una pregunta sino más bien como una frase o un conjuro que lo
excitaba para acompañar sus movimientos. Mientras esto ocurría, de pronto me
acordé de lo que Mitch (esa era el nombre que Michael usaba desde niño) me
había contado sobre sus entrevistas y sentí como un vacío en mi estómago.
Entonces me dije “¿deja de tener esos malos pensamientos, ésta no es una
experiencia sexual sino espiritual, si existe algo de malo en esto es la parte
más baja de mí lo que lo está haciendo malo – todo es puro para el puro” – y
así fue como yo manejé mis sospechas de que Baba pudiese haber estado físicamente
excitado por lo que estaba haciendo. Todo esto duró menos de diez minutos y de
nuevo estaba apurándose y diciéndome que me subiera los pantalones porque él
tenía que ver a otros devotos.
La tercera entrevista comenzó exactamente de la
misma manera, aunque fue unas semanas después de la segunda. Ahora estábamos
todos en Whitefield (Bangalore). Baba me llevó a su habitación privada y de
inmediato y muy apresuradamente me trató de bajar los pantalones del piyamas,
pero en su apuro, había halado mal el cordón y se le había formado un nudo.
Todo se sentía muy entorpecido y yo me sentía apenado y al mismo tiempo
extraño. Al fin terminé ayudándolo con el nudo porque ya él estaba impaciente.
Una vez bajados los pantalones, pasamos por el mismo procedimiento; jugando con
mis genitales, moviendo sus caderas de un lado a otro mientras se pegaba a mi
cuerpo. Había algo diferente acerca de esta entrevista, yo me sentía más
incómodo que nunca. Parecía haber algo de urgencia y yo podía ver lo excitado
que estaba, aparecieron gotitas de sudor sobre sus labios y su respirar era
algo forzado. Me apuntó con el dedo y me dijo severamente: “No hables. Tú no
hablas. ¿Okay? No hables.” Yo estaba algo confundido, hasta asustado por su
forma de hablarme, pero estuve de acuerdo que no hablaría. Entonces su modo
cambió de nuevo y se volvió a convertir en el sonriente y suave swami. Me
preguntó que si quería besarlo, mientras me abrazába de su usual manera y me
rozaba con sus caderas moviéndolas de un lado a otro mientras me pasaba sus
manos por el cuerpo y las piernas. Me di cuenta entonces que estaba tratando de
excitarme físicamente y que quería que yo tuviera una erección porque
continuaba tocando mi pene y frotándolo. Pero yo no pude excitarme en lo más
mínimo. Creo que esto le molestó y sorprendió a Baba, porque ya parecía
irritarse y no estar seguro que era lo que iba a hacer después. Entonces me
llevó hasta la silla, cerca de la entrada a su habitación y yo podía ver el
bulto de su pene medio erecto a través de la tela de la túnica. Tomó mi mano y
se la puso sobre su pene y la frotó para arriba y para abajo, diciéndome a mí
que lo hiciera mientras él repetía: “Bueno, bueno, bueno” una y otra vez y
excitándose aún más. Me preguntó si era eso lo que yo quería.... entonces dio
una fuerte palmada con las manos sobre su cabeza diciendo: “Esto es Divino”.
Ahí terminó todo y me echó hacia afuera de nuevo, al cuarto donde se hallaban
los otros devotos.
Después de esa entrevista, yo estaba
verdaderamente confundido. Cuando salí del templo me sentía nauseabundo y
febril y en lugar de salir del ashram con mis amigos a tomarnos un té y hablar
de la entrevista, me fui derecho a mi habitación. Me sentía como si tuviera fiebre o quizás un resfriado; débil,
tembloroso, con nausea y la cabeza me daba vueltas. Me quedé dormido por un
rato y me despertaron mis compañeros de cuarto que querían saber como yo estaba
y como me había ido en la entrevista con Baba. Uno de ellos era inglés, Kestrel
Boyle y el otro australiano y se llamaba Edward --- no puedo recordar su
apellido, él era nacido en Australia y sus padres eran de Bangladesh y el
apellido era bastante complicado. Yo no sabía que decirles, o si les debería
decir algo, por lo qué en su lugar les pregunté si Baba alguna vez les había
hecho algo extraño en sus entrevistas privadas. Edward contestó enseguida con
una naturalidad tal, que me provocó silencio. Dijo: “¿Tú quieres decir lo de
jugar con el pito de uno? Ni te preocupes, a mí me lo ha hecho cantidad de
veces. No tiene nada de malo – en realidad a mi me gusta y creo que me hace
bien.” Kestrel dijo más o menos lo mismo, por lo tanto no quise decir más nada,
pero me quedé pensando qué más habría hecho Baba con ellos.
Voy a dejarlo todo ahí por
un rato. Tengo otras cosas que agregar acerca de alguna de la gente que estaba
allá, pero les enviaré otro correo. Espero que esto les ayude en algo.
Continuaré escribiendo y se los enviaré en unos días. Mientras tanto me puedes
llamar o escribir si tienen otras preguntas, o si puedo ayudar en algo.
Mis mejores deseos, Keith
Nota: En enero de 1990 –
el ‘Islington Gazette’ reportó el reporte del pesquisidor investigador de la
causa del fallecimiento y no encontraron nada sospechoso – lo listaron
simplemente como suicidio.