ARTÍCULOS DE LA REVISTA ARGENTINA
“LA MAGA” – 8 de Mayo de 1996
SAI
BABA
Las materializaciones de objetos, las resucitaciones y
las sanaciones de enfermos son algunos de los rasgos más llamativos del culto a
Sai Baba. Sus detractores buscan argumentos para demostrar que la religión del
swami es un fraude. El Centro Argentino para la Investigación y Refutación de
la Pseudociencia se encarga de demostrarlo y reproduce, por medio de trucos de
magia, los milagros del maestro indio.
Los milagros
de Sai Baba, que se pueden ver en video llegados directamente de la India, se
asemejan peligrosamente a algunos números circenses. El personaje, casi
insignificante por su pequeñez y obviamente llamativo por sus colores y su
peinado, camina descalzo entre una multitud de devotos azorados tan sólo por su
presencia. Siempre con su sonrisa ambigua, empieza a mover su mano derecha en
círculos, con la palma hacia abajo y algo inclinada contra su cuerpo. Con un
movimiento veloz, la levanta y la cierra, y friccionando los dedos materializa
vibuthi sobre la mano de un elegido. La misma operación se repite con anillos y
collares y, según cuentan sus seguidores, con Rolex y otras joyas y piedras
preciosas.
La maravilla
milagrosa solía ser la carta d presentación de Baba y su ardid más efectivo
para captar fieles. Pero aparecieron las críticas y las dudas sobre la verdad
de esas materializaciones, tanto en la India como en la Argentina y,
seguramente, en la mayoría de los países donde Sai Baba tiene adeptos. Porque
es lógico que el espectador común crea en aquello que ve en la pantalla, pero
para quien tiene el ojo entrenado o el que conoce de magia, las
materializaciones del swami no son más que trucos de principiante.
Enrique
Márquez es ilusionista y miembro fundador del Centro Argentino para la
Investigación y Refutación de la Pseudociencia (CAIRP), una organización que se
dedica a descubrir los fraudes que juegan con la fe de las personas. Márquez
mira una y otra vez los videos y se apasiona por lo que considera un engaño
burdo a los seguidores del gurú indio. Para demostrarlo, materializa él también
un poco de vibuthi, un anillo y un collar. “Esa ceniza que ellos llaman sagrada
es en realidad ceniza de incienso —explica, y muestra una bolita chiquita que
parece compacta—. Lo que hace Baba es ponérsela entre el dedo pulgar y la palma
de la mano. Después hace todo el movimiento de la mano que impide ver lo que
hay debajo y por último, cuando cierra la mano, aplasta la bolita y sale el
polvito.”. El truco es perfecto y a la vez tan sencillo que cualquiera podría
hacerlo con muy poca práctica. Exactamente el mismo procedimiento se repite con
un anillo y con un collar, este último con alguna variante. Mirando el video
cuadro por cuadro, como en cámara lenta, la figura naranja vuelve a caminar
hacia sus fieles con la misma sonrisa de Gioconda. La mano derecha repite el ya
clásico movimiento circular, la izquierda está cerrada, sujetando delicadamente
la túnica. Cuando el momento del milagro se acerca, esta última suelta los
ropajes pero no se abre y se dirige directamente a la derecha que ya dejó de
dibujar redondeles en el aire para sacar, de abajo hacia arriba, un collar. Se
hace bastante evidente que el objeto venía en la mano izquierda y que la
derecha lo único que hizo fue captar la atención de los presentes con sus
movimientos mágicos.
El resto de
los trucos que aparece en el video alcanza el mismo nivel de complejidad. Para
la gente del CAIRP, los milagros de Sai Baba no son más que un fraude
descarado.
Desde que
surgieron estas explicaciones racionales a las materializaciones de Baba, sus
devotos se defendieron amparados por algo inobjetable y absolutamente
respetable: su fe. Sin embargo aquellas maravillas que servían como la mejor
presentación del swami pasaron a ocupar un segundo plano en el discurso de los
devotos. “Eso es lo que tiene la religión: es absolutamente invulnerable si uno
no está dispuesto a hacerse determinadas preguntas, al menos públicamente,
porque a veces ellos presentan argumentos para defender su fe que no reflejan
su reflexión íntima —opina Alejandro Agostinelli, otro de los miembros
fundadores del CAIRP—. Muchas veces la gente tiene dudas que no revela o que
niega porque tiene que defender su posición.”
Desde el
punto de vista filosófico, Márquez considera que el culto a Sai Baba no
presenta rasgo original alguno. “Lo único que hace es tomar los preceptos de
los libros sagrados de otras religiones, en muchos casos tomándolos como
propio”, reflexiona. Agostinelli toma una posición menos extremista: “Uno
podría decir que lo que dice Sai Baba es respetable desde el punto de vista de
lo religioso, porque habla de amor y de paz, de valores humanos, pero, ¿por qué
necesita recurrir al fraude para captar a la gente?”.
Las críticas del CAIRP son muchas y apuntan también
hacia las resucitaciones y sanaciones que Sai Baba asegura concretar. “Si tiene
esa capacidad de sanar a los enfermos, ¿para qué necesita montar hospitales?”,
se preguntan. Para encontrar aún más fisuras en el culto a Baba, Márquez
finalmente reflexiona: “Si Baba tiene la capacidad de convertir a los seres
humanos en seres divinos, como él predica, y todavía no lo logró con ninguno,
entonces su religión no funciona”.
“El eje es la lucha por el poder”
Iraí Rayen Freire
Cuando en
1991 la antropóloga Herminia Denot regresó de su tercer viaje a la India
descubrió que había comenzado a alejarse del líder espiritual Sai Baba, a quien
ya no consideraría su “maestro”. En ese momento Denot ocupaba un cargo dentro
de la Organización Sai en la Argentina, pero lo abandonó tras advertir que “lo
que realmente predominaba era la búsqueda del poder”. A pesar de que
básicamente Denot cree en Sai Baba, plantea críticas a la estructura de la
Organización y cuestiona varios aspectos de la figura del swami.
Hacia 1986
Denot vivía en Necochea y comenzó a frecuentar un centro Sai en Buenos Aires.
Fundó el primer centro Sai en Necochea y otros más en la costa. En 1988 viajó
por primera vez a la India. Mantuvo entrevistas con Sai Baba y dialogó con él.
Durante dos años formó parte del comité coordinador de la Organización Sai en
la Argentina.
“Para mí la
experiencia de esos dos años (a fines de los 80) durante los que participé en
el comité coordinador fue como haber tenido que ir a una reunión de consorcio
todos los meses. Uno se juntaba para discutir, para pelear por el poder. Y todo
lo que podía ser importante, interesante, se diluía”, recuerda Denot.
Comentarios de reproche como “vos me pasaste por encima” eran escuchados con
frecuencia. Para Denot, esta “lucha por el poder es el eje central de lo humano
en la Organización”, a la que considera una estructura “de tipo autoritario y
piramidal, muy militar en cuanto a la obediencia”.
Cuando la
antropóloga decidió dejar su lugar en el comité no tuvo que soportar presión
alguna para quedarse ni nadie trató de disuadirla. Para ella la explicación es
simple: “Hay mucha gente en la Argentina y todos quieren tener un cargo.
Aparentemente, cuanto más arriba estás es porque sos más elegido, porque todo
es obra de Sai Baba”.
Denot se
acercó a Sai Baba como un paso más en su camino espiritual. La antropóloga
había sufrido la pérdida de seres queridos durante la dictadura militar y esto
lo había debilitado: “Yo sentía que me había quedado sin fuerzas. Vivía en el
mundo porque había que vivir. Y cuando volví de la India lo primero que
descubrí fue que había recuperado toda esta fuerza”, afirma Denot.
A pesar de
haber vivido experiencias personales con Sai Baba a las que califica como “muy
fuertes”, Denot continúa buscando una explicación al fenómeno de las
materializaciones —en las que cree— y cuestiona la efectividad de las
sanaciones, sobre las que aclara que no son un fenómeno único, aun cuando
asegura que Sai Baba curó su lumbalgia.
“Esto de las curaciones también es discutible
—continúa—. La primera vez fui con la idea de que me curara de glaucoma, pero
nunca desapareció. Yo he visto gente que decía haber sido curada y a los dos
meses estaban muertos. Si se une la fuerza interna de la fe con una fuerza
superior, se genera una energía tremenda que la ciencia no conoce.”
FUENTE: LA
MAGA, miércoles 8 de mayo de 1996, p. 46.