TRADUCCIÓN DEL ARTÍCULO ORIGINAL EN INGLÉS EN LA REVISTA ON  LINE SALON.COM

http://www.salon.com/people/feature/2001/07/25/baba/index.html

¿Intocable?

Millones de personas adoran a Sai Baba como Dios encarnado. Más y más personas dicen que el gurú es además un pederasta.

 

Por Michelle Goldberg

 

25 de julio de 2001 – PUTTAPARTHI, India – Uno de los hombres más poderosos de la India preside el ashram más grande del mundo, Prasanthi  Nilayam, o Morada de la Paz, en un remoto pueblo ubicado en una árida esquina de Andhra Pradesh, un desesperadamente pobre estado de un  desesperadamente pobre país. El pueblo se jacta de un reluciente planetario, dos hospitales que tratan a los pacientes sin costo alguno, un colegio universitario, una escuela de música e inmaculados y coloridos campos de recreo. Edificios de apartamentos de lujo están brotando en un lugar que hace sólo unas décadas estaba cubierto de desvencijadas chozas de lodo. También hay un recién estrenado aeropuerto para servir a los devotos más adinerados de Sathya Sai Baba, un indio del sur de 75 años de una melena estilo afro y una cálida sonrisa.

 

Entre 10 y 50 millones de personas adoran a Sai Baba como Dios encarnado, y afluyen a Puttaparthi de los cinco continentes a dormir en una de las 10,000 camas del ashram o en una de las muchas casas de huéspedes del pueblo. Mientras tanto, el creciente número de ex devotos que condena a su antiguo maestro de acosador sexual, de fraudulento y hasta de pederasta casi no le ha hecho mella alguna, a pesar de que sus voces se tornan cada vez más altas.  

 

 “Sai Baba era mi Dios” -- ¿Quién se atreve a desafiar a Dios? Él tenía la libertad de hacer lo que quisiese conmigo, tenía toda mi confianza, mi amor y mi amistad; me tenía a mí en su totalidad,” dice el Iraní-Americano Said Korramshahgol, antes seguidor de él.  Lo que Sai Baba decidió hacer con él, dice Korramshahgol, fue llamarlo repetidas veces a entrevistas privadas, ordenarle que se bajara los pantalones y masajearle su pene. Otros ex devotos sostienen que Sai Baba les hizo aún más. Eso no importa – en esta parte del mundo, la fe es absoluta. Los creyentes no rechazan a Dios, y no lo cuestionan.

 

En las afueras de Puttaparthi, un templo hindú tiene una estatua de Sai Baba entre las demás deidades de su panteón, en la que él está parado junto a Krishna. En el pueblo, toda posible superficie está adornada con cuadros de Sai Baba en su túnica naranja con su benigna sonrisa. Hay una foto de él, de la que cuelga una guirnalda de flores artificiales color de rosa, en el hotel en el que yo estoy, hay un retrato de él detrás del mostrador de recepción. Cada tarde, una bocina que está frente a mi cama ofrece música en alabanza del gurú. Si compro una pluma para tomar mis notas, ésta tiene sobrepuesta la sonriente cara de Sai Baba.

 

El darshan es casi el único evento que ocurre en el ashram. No hay sesiones de adoctrinamiento, ni tan siquiera de meditación. Más allá del vegetarianismo, Sai Baba no prescribe ninguna otra práctica en particular. Sus enseñanzas son floridas y vagas, en las que se combinan la colorida mitología hindú, un enfoque budista acerca de trascender los deseos mundanos, la idea cristiana del servicio y un énfasis evangélico sobre la experiencia directa de lo divino. Según “Océano de Amor”, un libro publicado el año pasado por el Fideicomiso Central Sri Sathya Sai Baba, “no hay un sendero que Él predique, ni una orden que Él haya creado. No hay una nueva religión que Él haya venido a añadir o una filosofía en particular que Él recomiende... Su misión es única y simple. Su misión es la de amor y compasión”.

 

Esta placentera imprecisión permite que los creyentes proyecten lo que ellos deseen en Sai Baba. La gente ve su mano en todo, y en el invernadero espiritual de Puttaparthi casi todo lo que acontece es visto como una nueva prueba de su poder. Aparte de las cartas y las codiciadas entrevistas, la forma reconocida de comunicarse con Sai Baba es a través de los sueños y las visiones, y de esta forma el pueblo se une a la gente en interpretar ese tipo de su subconsciente como evangelio. Un norteamericano llamado George Leland dice que Sai le ha llegado en la apariencia de un agente de tránsito en Tijuana, México y un pasajero japonés en un avión. Una argentina de 32 años me dijo que ella había dejado su departamento en Buenos Aires y sus estudios médicos después de que Baba la llamó en un sueño.

 

Las historias de sincronización abundan. Una paciente de cáncer, de Holanda, en silla de ruedas que fue abandonada por su esposo y que estaba viviendo con devotos de Sai, tuvo una serie de sueños en las que el gurú la llamaba. Insistió mucho en que no le había contado a nadie sobre sus sueños, sin embargo, un día sus amigos le dieron la sorpresa de regalarle un boleto para la India. La sortija que él le materializó me luce a mí como una baratija – hasta una de las piedras se le había caído – pero para ella es un talismán que le ha ayudado a luchar en contra de su triturador dolor.

 

Para algunos, Sai Baba irradia amor y genialidad, mientras que para otros es estricto y dificultoso, destrozando sus relaciones o haciendo a sus cuerpos padecer en servicio por su adelanto espiritual. Leland, un hombre robusto de 61 años con mucha personalidad, que tal parece la versión hollywoodense de un poderoso senador, me dijo: “La labor de Swami no es hacerlo a uno feliz, es liberarlo.” En su caso esto quiso decir dejar su carrera de conferencista motivador y después su matrimonio. “Sai Baba es el ser más poderoso que ha venido al planeta,” dijo él mientras desayunábamos en un conocido restaurante tibetano del pueblo. Leland, quien ha vivido en Puttaparthi por cuatro años, siente que lo debe seguir, pero eso no quiere decir que lo esté disfrutando. El dijo de un modo triste: “Aún en este momento, mi mente no quiere creer que Dios no quiere que yo sea feliz, que tenga una relación, que sea próspero, que disfrute la vida.”   

 

“A veces creo que el ashram es como un manicomio y Swami su director,” dijo Rico Mario Haus, un recién convertido de 24 años de edad. Yo conocía a Haus, un suizo a quien sus lentes oscuros de cristales cuadrados le daban un toque de efugio a la pureza de su hermosura, hacía dos meses, en el estado costal de Kerala. Los dos habíamos hecho roles de extras en una película musical de la India y los dos nos habíamos enterado acerca de Puttaparthi mediante un seguidor de Sai Baba que también estaba participando en la película. Irónicamante (o como lo ve ahora Haus, ominosamente, nosotros habíamos actuado nuestro rol como devotos del occidente de un poderoso gurú que le salvó el alma al héroe errante. En esos momentos, Haus era un pretensioso joven que estaba planeando irse a Casimir en su moto. Ahora, en su atuendo de piyamas blancas, me dijo: “Baba me estaba llamando. Cuando uno cree en Dios no existen las coincidencias.” Aún así, preservaba su buen sentido del humor y encontraba un placer subversivo en contarnos acerca de los lunáticos con quien convivía. “Cuando uno no tiene problemas no tiene que ir a un ashram,” dijo.

 

La mayoría del tiempo, el ambiente de histeria espiritual de Puttaparthi es bastante tenue. Con sus buenos restaurantes y relativamente limpias calles, el pueblo puede ser suficientemente agradable. Pero existen explosiones ocasionales de locura. Una tarde, una joven de Malasia tuvo una crisis psicopática, atacó a empleados del ashram y fue llevada por la policía. Más tarde me la encontré en la estación de policía en un estado semi catatónico , barbullando “darshan, darshan, darshan” una y otra vez. En otra ocasión, durante la cena, Haus me señaló a una empalidecida mujer austriaca arrastrando a un apático niño pequeño. Ella estaba enloquecida porque había tenido un sueño en el que Sai Baba le había dado instrucciones de abandonar a su hijo de 7 años y vivir en la calle como pordiosera y ella no sentía que tenía la “fuerza” para llevarlo a cabo.

 

Los días en el ashram se centran alrededor de un evento llamado “darshan,” en el que Sai Baba camina por un salón al aire libre color pastel (llamado un mandir) y muestra su valioso ser a las multitudes reunidas para ese propósito. Esto se lleva a cabo dos veces al día, una en la mañana y otra en la tarde y las personas hacen cola con horas de anticipación. Todo el mundo está desesperado por entrar primero, ya que sentarse al frente indica que puede que Sai Baba le dirija a uno unas palabras, acepte una carta o hasta que lo invite a su sala especial para una entrevista privada. Las entrevistas privadas son el propósito (raison de être) de la vida en  Puttaparthi. Es ahí donde Sai Baba hace la mayoría de sus famosas materializaciones – ostensiblemente conjurando objetos como anillos o sortijas, relojes y collares de la nada como obsequios a los fieles.

 

La tarde que fui a darshan me pasé cuarenta y cinco minutos en cola y cuarenta y cinco más sentada con las piernas cruzadas entre miles de feligreses en el piso de mármol del mandir. Había casi tantos extranjeros en el salón, que puede acomodar a 15,000, como había indios. Docenas de candeleros colgaban del cielo raso que estaba decorado con hoja de oro. Al final del mandir había un escenario con una puerta que conduce a la sala de entrevistas privadas del gurú.

 

Justo cuando el aburrimiento ya crecía de una forma interminable, una música surgió de pronto y una carga atravesó a la multitud  mientras los cuellos se estiraban como garzas para obtener un vistazo de Sai Baba, una figura algo delicada, que llevaba su acostumbrada túnica larga, con su esponjoso nimbo de pelo negro. Hizo un saludo con la mano al estilo de la princesa Diana mientras pasaba del lado de las mujeres al de los hombres (todo en el ashram está estrictamente separado por género) y otra vez a la vuelta, tomando algunas de las cartas que fervientemente le ofrecían al pasar.  A mi alrededor los ojos de las mujeres brillaban y algunas se mecían hacía adelante y hacia atrás extáticamente. Sai Baba entonces se regresó por donde había entrado y se acabó – en menos de 10 minutos. Una señora danesa retirada, con un semblante angelical, me dijo que ella venía haciendo esto todos los días, dos veces cada día, por tres meses.

 

Es de suponer que los que no pertenecen esperen ver demencia en las religiones que no son las establecidas. Pero Sai Baba no es un líder de culto común y corriente. Por el hecho de no ser tan conocido en América, es muy difícil trasmitir el asombroso poder con el que cuenta en la India. Además de la multitud de extranjeros que acuden a verlo, los acólitos de Sai Baba incluye la flor y nata de lo más selecto de la India. El Primer Ministro A. B. Vajpayee es devoto de él, así como el Ex Primer Ministro P.V. Narasimha Rao. Un artículo en 1993 en el Times of India cuenta entre los seguidores del gurú  a “gobernadores, ministros jefes, diferentes políticos, magnates del mundo de los negocios, magnates de los periódicos, juristas, deportistas, académicos y, así es, hasta científicos.    

 

Aunque uno no crea en los milagros que le han sido atribuidos – resurrecciones, curaciones de fe, materializaciones—su fenomenal popularidad en la India es fácil de comprender. Justo afuera de Puttapathi existe un enorme hospital que él ayudó a construir y que provee, gratuitamente, tratamientos de cardiología, optometría y nefrología a todo el que llega.  Fue capitalizado en parte por una donación de veinte millones de dólares de Isaac Tigrett, co-fundador del Hard Rock Café. La fachada blanca del edificio parece un cruce entre un palacio mogol y un pastel de bodas. Uno entra a un salón con cúpula, resplandecientes pisos de  mármol e imágenes de Sai Baba y otras deidades – Jesús en la cruz, el Buda, el dios con cabeza de elefante, Ganesha. Sin embargo, con todo y el exceso arquitectónico de Las Vegas, especialmente en un país donde muchos no pueden contar ni siquiera con una rudimentaria atención médica, el hospital afirma  unas impresionantes cantidades como 10,594, cirugías cardiacas gratuitas, 9,090 operaciones del riñón, 382,328 consultas externas.

 

Un sinnúmero de otros proyectos de caridad también le han ganado a Sai Baba el favor de las masas. Uno de sus proyectos instaló cisternas de 2,500 litros en varias aldeas de Andhra Pradesh. Niños indios, que de otra manera no hubieran tenido acceso a una educación más avanzada, codician lugar en sus escuelas universitarias gratuitas. A pesar de que rumores de trampas legales y aún cosas peores revoletean alrededor de estos aventurados proyectos, hasta los críticos de Sai Baba tienen que admitir que él ha aliviado algo del sufrimiento de esa región. “Dios o fraude, nadie duda de la buena obra llevada a cabo por organización Sai,” escribió el Illustrated Weekly de la India.

 

Todo esto ayuda a explicar por qué no ha habido ninguna acción oficial en contra de Sai Baba en la India, a pesar de las docenas de ex devotos que insisten en que sus alardes de divinidad sirven sólo para enmascarar a un humano total con un apetito por los cuerpos de los jóvenes y niños del ashram. La evidencia de que Sai Baba usa su poder para bajarle los pantalones a sus feligreses es fuerte. Como también es fuerte que la vida para muchos indios pobres es menos brutal debido a que él existe.

 

Las historias acerca de la mala conducta sexual de Sai Baba son notablemente similares. “Durante mis ‘audiencias privadas’ con Sai Baba, Sai Baba me tocaba mis partes privadas y con regularidad masajeaba mis partes privadas, indicando que eso tenía propósitos espirituales,” escribió el holandés Hans de Kraker en una carta que le envió a la periodista francesa Virginie Saurel. En diciembre de 1996, cuando Kraker tenía 24 años, Sai Baba supuestamente le pidió que le hiciera sexo oral: “Agarró mi cabeza y la presionó contra su pelvis. Hizo sonidos de gemidos,” escribió de Kraker. “Tan pronto como me quitó la presión de la cabeza y yo levanté la cabeza, Sai Baba levantó su vestido y me presentó un miembro semi-erecto, diciéndome que esta era mi oportunidad de buena suerte, y me embistió la cara con sus caderas.” Cuando de Kraker le contó a otros lo sucedido, fue sacado del ashram.

 

El norteamericano Jed Geyerhahm, que tenía 16 años cuando Baba comenzó a acosarlo, hace eco de la declaración de Kraker: “Cada vez que veía a Sai Baba, su mano hacía un prominente progreso hacía mi ingle.” Las historias no tienen fin y finalmente son todas iguales. Concernientes a hombres desde la adolescencia hasta alrededor de sus veinticinco años.

 

Tampoco es nada nuevo. En 1970, Tal Brooke publicó un libro llamado “Lord of the Air” (Señor del Aire) que más tarde fue renombrado “Avatar of Night”, (Avatar de Noche) un vívido y detallado relato de sus desconcertantes días como acólito buscador y su total desilusión al enterarse de la rapacidad sexual de su gurú. Sin embargo, es sólo recientemente, gracias en gran parte a la Internet, que varias de las víctimas, sus padres, y oficiales dentro de la Organización Sai que han desertado, se han unido para dirigir la energía que antes empleaban en adorar su maestro, a hacer caer al hombre.

 

Todo comenzó con un documento llamado “The Findings” (Los Descubrimientos), publicado en la segunda parte del 2000 por los devotos de largo tiempo David y Faye Bailey, cuyo matrimonio fue arreglado por Sai Baba. Parte del artículo de casi 20,000 palabras se enfoca a hacer evidencia de que Sai Baba hace de una manera falsa sus materializaciones y de que no cura al enfermo por magia – revelaciones que parecen ser evidentes para los no creyentes, pero que provocan un fiero debate en los círculos de devotos y ardientes encabezados en la prensa de la India.

 

En su mayor parte “The Findings” consiste de testimonios de acoso sexual y abuso sexual. “Mientras que estaba todavía en el ashram, lo peor para mí – como madre de hijos – ocurrió cuando un joven, estudiante de la escuela universitaria, vino a nuestra habitación a rogarle a David, ‘Por favor, señor, haga algo para que pare de abusar de nosotros sexualmente,” escribe Faye. “Estos hijos de devotos, que ya no podían soportar su indefendible situación de ser participantes sin consentimiento en una situación de pederastia por más tiempo, y a la misma vez, sin poder compartirla con sus padres porque no sería creídos, confiaron en David, una confianza que se había desarrollado durante sus cinco años como profesor visitante de música de la escuela universitaria de Sai.” Estas súplicas desgastaron la fe de los Bailey y finalmente los hicieron salir a la luz pública.

 

Desde entonces, el movimiento en contra Sai Baba se ha convertido en un bumerang. En los últimos meses, ex devotos han entrado en contacto con el FBI, Interpol, la Corte Suprema de la India y un sinnúmero de otras agencias en esperanza de encontrar ayuda en su batalla contra el gurú. Un señor de California llamado Glen Meloy, que pasó 26 años como devoto de Sai, está tratando de organizar una demanda legal en contra de los líderes de la Organización Sai en los Estados Unidos, tomando como modelo la que se hizo recientemente en contra de los Hare Krishnas. 

 

Su fe fue hecha pedazos cuando se le enseñó extractos de un diario del hijo de quince años de un amigo muy cercano, dando detalles de varios incidentes de abuso sexual. Como hijo de devotos, el niño había sido criado para adorar a Sai Baba como Dios, y concedió cuando el maestro, según el reporte, le pidió que le chupara el pene. “Tenemos a todos estos niños que están muertos de miedo de hacer cualquier cosa que sería una falta de respeto para sus padres, en una habitación con alguien que ellos creen que es el creador del universo,” dice Meloy con una voz cortada por la furia. Esto no es sólo el abuso de un niño, esto es el propio Dios que alega haberlo hecho.

 

Hari Sampath, un indio, profesional de software, que vive ahora en Chicago y que fue voluntario en el servicio de seguridad del ashram, ha hecho una petición en la Corte Suprema de la India para que ordenen al gobierno central que investigue a Sai Baba. Su mayor preocupación son las víctimas de la India de Sai Baba, quienes usualmente tienen mucho más problema para hablar libremente que los occidentales. Durante su tiempo en Prasanthi Nilayam, dijo, muchos estudiantes en la escuela universitaria del ashram le dijeron que estaban siendo presionados a tener sexo con el gurú. “Yo he hablado con 20 ó 30 jóvenes que fueron abusados sexualmente, y eso es la punta del tímpano de hielo. Hay niños de catorce años que están obligados a vivir en su cuarto y a creerse que es una bendición. En la mayoría de los casos, los padres han sido seguidores por 20 o más años y no les van a creer,” dijo Sampath por teléfono desde Chicago. “Los occidentales no tienen mucho que perder dando ese paso adelante. Los indios tienen que continuar viviendo entre los devotos de Sai Baba.”

 

Sampath también quiere que intervenga el gobierno de los Estados Unidos basado en que “ciudadanos Norteamericanos han sabido de este abuso y han estado llevando a jóvenes norteamericanos a Puttaparthi y echándoselos de comida.”

 

Hasta ahora, las fuerzas en contra de Sai Baba se han apuntado algunas victorias. Muchos oficiales mayores han desertado. En septiembre del año pasado, la UNESCO retiró su co-patrocinio de una conferencia de educación en Puttaparthi, explicando que estaban “profundamente preocupados acerca de las alegaciones ampliamente reportadas de abuso sexual hacia jóvenes y niños que habían sido allanadas al líder del movimiento en cuestión, Sathya Sai Baba.”

 

El año pasado, después de que Conny Larsson, una estrella del cine sueco que anteriormente había viajado por el mundo hablando de los milagros de Sai Baba, dio a la luz pública sus reprimidas relaciones sexuales con el gurú, la Organización Sai de Suecia fue cerrada junto con una escuela afiliada a Sai. Un artículo de portada de la revista semanal India Today reporta que después de un artículo en el Daily Telegraph de Inglaterra, “El PM de Labor Tony Colman levantó el caso en el Parlamento. Un ex ministro, Tom Sackville, también enfocó el caso diciendo, ‘Las autoridades han hecho poco hasta ahora y eso es lamentable.’ Existe un movimiento ahora para exhortar al gobierno inglés que emita avisos a las personas que quieran visitar el ashram de Sai Baba.”

 

Dado a todo esto, uno sospecharía que el número de seguidores de Sai Baba esté disminuyendo. Sin embargo, cuando uno echa un vistazo por Puttaparthi, parece haber suficientes convertidos con ojos brillantes como para reemplazar cada desertor.

 

El 5 de Julio fue un día festivo en el ashram, un día en que Sai Baba se dirige a sus devotos. Los feligreses comenzaron a pararse en fila desde antes de las cuatro de la mañana para poder entrar al mandir. Por haber llegado a las 5:15 a.m., tuve que caminar por veinte minutos para llegar cerca del final de la fila de señoras. 

Había mujeres corriendo y empujando en todas las direcciones para poder llegar a la fila, yo habría sido empujada como 50 metros si no hubiera sido porque una bonita muchacha india vestida de blanco me haló y me puso en frente de ella. Al final, después de haber esperado por más de una hora, no logré entrar, y acabé sentándome afuera del mandir en un gentío de cientos que continuaban empujando para estar más cerca de la entrada, más cerca de la energía sagrada de su señor.

 

Muchas de estas personas creen la respuesta oficial de que los cargos son todos mentiras. Son “completamente falsos,” dijo el director de la Organización Sai, un pequeño anciano quien, como todos los otros oficiales indios con quien hablé en la organización, me pidió que no usara su nombre porque “aquí nadie trabaja como individuo. No hay más vocero que Sai Baba.” El especulaba que los acusados eran motivados por “celos y frustración. Quizás están muy enfermos y no están siendo curados o tienen deseos que no están siendo cumplidos.”

 

El propio Sai Baba, quien casi nunca da entrevistas a los medios, se refirió a las alegaciones en un discurso el año pasado diciendo: “Algunos devotos parecen estar inquietos por estas falsas declaraciones. Esos no son verdaderos devotos. Habiendo conocido el fuerte poder de Sai, por qué le van a temer ‘al ruido de los cuervos’. Lo que esté escrito en la pared o dicho en mítines políticos, o los cuentos vulgares expuestos por los medios gráficos no lo debe de afectar a uno.”

 

Sin embargo, el supuesto interés del gurú en el falo de sus feligreses es ya como un secreto abierto entre los servidores con antigüedad del ashram. Lo más espantoso de esta historia no es sólo la evidencia del difundido abuso en uno de los cultos más grandes del mundo – después de todo, entre la Iglesia Católica Romana y los Hare Krishnas, ya es raro que uno se sorprenda de encontrar perversidad en la sombra de la piedad en este tiempo. Lo que también es muy extraño es que tantos de los seguidores de Sai parecen aceptar que su gurú que predica la castidad, lleve a jóvenes, incluyendo menores, a su privado, les pida que se bajen los pantalones, los masturbe y en ocasiones exija que le hagan sexo oral. Ellos creen las historias y creen que él es Dios.

 

En un ensayo que aparece on line llamado “Sai Baba and Sex: A Clear View,” un devoto norteamericano llamado Ram Das Awle dice: “Ante todo yo creo que Sai Baba es un Avatar, una encarnación completa de Dios....Y, de acuerdo con lo que yo he oído y leído, estoy inclinado a pensar que algunas de estas alegaciones acerca de Baba probablemente sean verdad: A mí me parece posible que Él haya, en ocasiones, tenido interacciones íntimas sexuales con devotos.” Después de divagar por varios párrafos, el ensayo llega a la conclusión que Sai Baba toca a los hombres con el propósito de despertar la energía de su “kundalini” para remover previa karma sexual, y que “cualquier contacto sexual que Baba haya tenido con sus devotos – de cualquier forma que sea—en la realidad, sólo ha sido una potente bendición dada para despertar el poder espiritual en esas almas. ¿Quién puede decir que eso sea malo? De seguro, llamarle a esa clase de contacto ‘abuso sexual’ es en sí una perversión.”

 

Según Leland (el norteamericano que era conferencista motivador), “cuando él lo hace, tiene su propósito.” Leland dice que él conoce a un joven de 15 ó 16 años al que Baba le pidió que le tocara el “área de sus genitales” durante una entrevista. “Entonces Baba le indicó que le tocara sus pies. Cuando el joven fue a mirar hacia arriba, Baba tenía su túnica subida y un tolete – un lingham de Siva. No sucedió mucho más que eso.” Leland Sospecha que tales incidentes son parte del plan de Sai Baba para diseminar su palabra. “Probablemente más gente va a saber de uno si existen alegaciones de que uno es un pederasta que si se dice que Dios ha encarnado en la tierra.” 

 

A Sai Baba también se le ha llamado un mago barato. Hasta algunos de sus feligreses dicen que lo han visto haciendo trucos con sus materializaciones, aunque para ellos es parte de su juego y su inefabilidad. Sin embargo no hay nada de amateur en su genio para cancelar la incredibilidad. Haus, el seguidor suizo, parecía tener una mente abierta y no le molestaba dialogar acerca de los cargos en contra Sai Baba, pero no los creía. “Yo creo que es una proyección de los problemas de sus devotos,” dijo. “Aquí se oyen muchos rumores, pero para mí eso no importa. Cuando uno está feliz ¿por qué dudarlo?”

 

Él posiblemente esté parado frente a las puertas del mandir en este momento, como uno de los miles de hombres que están esperando hablar con Dios.