Una más de las innumerables personas que han dejado a Sai Baba

 

Por Ernest C. Owen

Una señora que nosotros conocemos, quien acaba de regresar de Prasanthi Nilayam, después de varios comentarios críticos de mi parte antes de irse, ha roto el hechizo que Baba tenía sobre ella.  Ahora sólo se lo cuenta a personas en las que ella confía porque tiene una amiga que está tan emocionalmente apegada a Baba que está pensando cómo va a poder tratar la situación con ella sin herirla. Éste es un problema común después que se descubre que Baba no es todo lo que pretende ser…cómo manejar la re-orientación hacia los amigos de uno, la familia y el mundo en general.

Esta señora sabía de las acusaciones sexuales de antemano, pero no estaba inclinada a darles mucha importancia por muchas razones y debido a muchas posibles explicaciones que le habían dado. Éstas, de todos modos, tuvieron muy poco que ver con su decisión. Tampoco tuvo mucho que ver el desagradable régimen del ashram de estar registrándoles los cuerpos de las personas y revisándolo todo (incluso registrando las fajas que uno lleva debajo de la ropa) antes del darshan y la cantidad de guardias y hasta corpulentas mujeres policías vestidas en sari olfateando entre las mujeres. Ella se enteró por medio de alguien que esto estaba sucediendo debido a las amenazas de bombas (probablemente por parte de los Tigres de Tamil pero que no se lo dicen a los huéspedes, por supuesto. ¡Imagínense que la gente dejara de ir! ¿Qué iba a hacer Dios Todopoderoso?)

Las percepciones que fueron decisivas en su cambio de fe final (después de años de preguntarse acerca de las alegaciones) fue el ver al propio Baba. Le despertó el recuerdo de de la primera vez que pasó dos semanas en el ashram y estuvo a punto de salirse…hasta que pudo reprimir todos sus pensamientos negativos.  Las mismas percepciones regresaron; la indiferencia constante de Baba hacia las mujeres y el parpadeante reflejo del poco respeto hacia las mujeres que satura la sociedad de la India – no el de aceptación universal o amor divino. Que Sai Baba prefiere a los hombres es un hecho.

Entonces está la pompa y destellos en el ashram, las alfombras rojas desenrolladas y extendidas cuidadosamente para que él, ahora un anciano, con un poco de curvatura en la espalda, y una cara demacrada, camine sobre ellas. Las palabras de Baba “amen mi incertidumbre” sólo le hacían recordar lo predecible de sus paseos del darshan, directo hacia los hombres, los acaparadores de dicha, las varias personas que eran puestas en lugares especiales por los Seva Dals como de costumbre, y los VIP’s. Ella reaccionaba a las mismas severas expresiones faciales que por ninguna norma son amorosas. Por experiencia ya ella podía adivinar para qué lado se iba a mover, a quién se le iba a quedar mirando, a quién le iba a dirigir unas palabras. Se volvía como una farsa…él no estaba ahí para los devotos, ellos eran como un espejo para su exagerado narcisismo.  

Ella también se encontró preguntándose a sí misma que si fuera verdad que uno comparte la ‘divina energía de amor’ de Sai Baba ¿por qué no puede ser reconocida? (Y yo tengo que admitir que hay más habladuría exagerada de esto – y no menos por parte de Baba – que evidencia de ello. Al fin de cuentas nada parece cambiar mucho en este respecto. Unas cuantas sonrisas, el tocar algunos objetos, tomar las cartas…en sí ¿dónde está la maravilla de todo esto? ¿Qué cambios existen en uno más que sentir una auto-satisfacción temporal?) Si no fuera por los poderes paranormales de Baba (de los cuales ella no tiene la menor duda), dice, él no tendría la cantidad de seguidores que tiene. Ella ha llegado a la conclusión que Sai Baba tuvo su oportunidad y ¡no pasó la prueba!